Construcciones de Tapia

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Construcción en tapia
En Santa Elena…

Las tapias son muros fabricados con tierra pisada que otrora soportaban las estructuras de templos, escuelas, fondas y viviendas. Aunque esta técnica desapareció ante la irrupción de materiales como el ladrillo cocido y el cemento, los vestigios o las construcciones de este tipo que aún se mantienen en pie han adquirido una dimensión patrimonial que trasciende su antigüedad. Se trata de un acervo de oficios, saberes y herramientas que se disponían en función de adecuar un determinado espacio de encuentro social o familiar con gran talento y creatividad.

En el altiplano de Santa Elena, el mayor número de construcciones de tapia data de las décadas comprendidas entre 1930 y 1970. Los tapiadores conseguían todo lo necesario, tierra, piedras, madera, boñiga, pencas de fique y jornaleros que ayudaban con todo lo relativo al manejo de estos materiales, en muchas ocasiones bajo acuerdos de mutua colaboración, pues todos compartían el sueño de crear una familia y darle su propio techo.

Estas memorias buscan reafirmar las bondades ecológicas, económicas y sociales de las casas de tapia; rememorar aquellos avatares de los tapiadores asociados a cargar piedras, armar tablones y apisonar tierra capa por capa, es un ejemplo de laboriosidad de éstos campesinos que concebían sus casas como “utilidades sagradas de la misma tierra”.

Conoce más sobre este oficio

Memoria

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El poblamiento del altiplano tiene raíces profundas en los asentamientos indígenas identificados entre los siglos II y VI d. C. Los españoles arribaron en el siglo XVII a explotar oro y sal por la zona de Piedras Blancas, montaron estancias agrícolas y ganaderas con edificaciones en tapias. Por los alrededores se levantaron ran­cherías de paja para los esclavos y trabajadores libres. Esta dinámica se extendió hasta los sectores de El Rosario y San Miguel, pero al despuntar el siglo XX sobrevino el declive de la producción de minerales y las actividades extractivas se orientaron a los recursos naturales del bosque para comercializar en la ciudad, como complemento de las otras actividades agrícolas en ascenso.

La historia oral de los tapiadores alude con gran claridad a un primer límite, los años treinta, cuando la carretera que une a Medellín con el Oriente antioqueño comenzó a definir la nueva vocación del territorio como zona de recreo y producción agrícola. Se señala también una reconfiguración del paisaje entre 1930 y 1960, con el derribamiento de ranchos de bahareque y la construcción de casas de tapia más resistentes, gracias al trabajo de reconocidos “tapiadores” de las veredas Piedras Blancas, Mazo, Barro Blanco, El Placer, La Palma y San Miguel, proclamados “maestros” por su pericia en el manejo de los instrumentos, la preparación y el pisado de la tierra.

El ocaso de la tapia empezó en 1960 con la llegada del ladrillo y el cemento, cada vez más recurrentes en las intervenciones realizadas en las casas de tapia, en virtud de la optimización del trabajo. El destino de los tapiadores tomó, entonces, diversos rumbos. Los más antiguos se retiraron enfermos para descansar durante sus últimos años; otros, que recién habían aprendido el oficio, se sumaron de manera oficial a los gremios de la albañilería y la carpintería en el vecindario o en la ciudad; y otros más regresaron a la huerta, ese lugar sagrado al que todos iban y volvían por épocas para retomar sus cultivos de flores, para inclinarse y levantar esos productos agrícolas que siempre han identificado a los suyos como campesinos en la ciudad.

María Ramírez Londoño
Contaban que eran arrieros, trabajaban quizque de Oriente a Medellín y volvían y subían pero por aquella base. También habían trabajado como en minas, en las minas de sal, cuando eran más jóvenes. Y después de que ellos se casaron fue donde ella mi madre vivió en la casa materna, esa casa si tiene por ahí doscientos años o más, Santa Rita.María Ramírez Londoño, nacida en 1947
Cocinaban sal, había una parte que la llamaban El Salado, allá salía la quebradita salada, es una agüita verde, contaba él, eso que la montaban en unos fondos, le metían candela, se secaba esa agua y salía blanca. En esa época era el jornal, él le tocó quizque voliar pico y pala haciendo la carretera de Medellín a Rionegro. Pero tenían que voliar pico y pala sin miedo. En Santa Rita vivía mi papá, el abuelo Manuel, pero él trabajaba que en unas minas de oro dizque en Segovia, sacando oro, no se veía casi, y la mamita tampoco se veía, porque ella menudeaba carbón, en Bostón, y se iba pa’ Medellín y subía los sábados.Julio César Ramírez Londoño, nacido en 1935
Julio César Ramírez
Roberto Atehortúa Berrío
Eso tiene, pues esa casa por ahí más de doscientos años. Antes del abuelo de nosotros comprar era de otra gente y después de otra, ellos marcaban, todavía las puertas están marcadas, tiene la P y la G, eran nombres raros, Potracio Gallego, por ejemplo, eh, Toribio Atehortúa, nombres raros, jajaja!!! Antiguos, entiende. Entonces a la gente que había más antes del abuelo, él le compró. Ya de ahí en adelante, ya nosotros que es los que hemos casi habitado y criados ahí, entonces ahí está, muy deteriarada pero porque los hermanos míos no le meten arreglo ni nada, entonces entre más días la están dejando caer.Roberto Jairo Atehortúa Berrio, nacido en 1968
María Ramírez Londoño
Pongamole… que haiga iniciado por ahí en el 25, porque ellos estuvieron viviendo en una chocita anterior, por allá en la vereda San Miguel, abajo. Simplemente él, cuando anteriormente nos llevaba a buscar leña por allá, nos mostró en donde habían nacido. Era un paraje muy al fondo, casi cerquita de la quebrada, muy bonito si era, era muy empedregado, por el borde de la quebrada y dentraba por un empedrado a mano, a ambos lados, un camino y se dentraba y daba una curva hermosa a bajar donde ellos vivían. Era de paja, un ranchito de paja, no sé más, porque cuando él nos llevó a conocer eso allá, ya no había ranchito de paja, ya no había más nada.María Ramírez Londoño, nacida en 1947
Pues yo si me acuerdo pues cuando se murió el abuelo Jorge, que vivía allá abajo en los ranchos de paja. Primero esto era monte, pa onde usted voltiaba era helecho y madera. Por aquí había muchos ranchos de paja, madera y tierra. Eso lo llamaban bahareque. Se le atravesaban varas así y se llenaba con tierra negra. Yo conocí esa casa ya hecha, esa era la casa donde vivía mi papá. La cocina aquí y la sala allá. En uno cocinan y en otro donde habitan. Pero también le digo que se podía comer en el suelo. Que señoras tan aseadas oiga. El piso era pura tierra y había partes donde le echaban boñiga así al piso, quedaba como embaldosado, como encementado.Julio César Ramírez Londoño, nacido en 1935
Julio César Ramírez
Tulio Álzate
Primero se usaban esas casas de bahareque y ya después la tapia. Pues a mí me tocó pero la tapia, si me tocó ver casas de bahareque, pero, esas no me tocó a mí trabajarla. Eso eran… palos clavados… ponían varitas y lo iban llenando con barro. Se pudría la madera, entonces ahí mismo se iba cayendo. También le ponían paja que nacía por ahí en el monte, esa silvestre. Eso lo cortaban, lo ponían a secar y ya la extendían encima del techo, y no se mojaba. Por ahí cada cuatro o cinco años cambiarla, a lo que ya la madera estuviera podrida y que ya estuvieran entrando las goteras entonces ya lo cambiaban.Tulio Benjamín Alzate Atehortúa, nacido en 1946
Lázaro Vanegas
Por aquí hay mucha casa de tapia, pero muy antiguas. Y había los tipos especiales pa’ las tapias, los tapiadores, trabajaban caro porque trabajaban quizque muy bien y rápido. Los oficiales eran como tíos de nosotros, viejones, Lucio Vanegas, Felipe Vanegas y Gabriel Vanegas y Erasmo Rojas, José Rojas, Evaristo Zapata y un tal Gerardo “conejo” de por allí El Salado. Eran como los oficiales buenos pa tapiar, especiales. Cogían una casa y en ocho días le volaban parejo. Me pintaban el planito ¡Vea, hay que hacerla de 4 x 4 o 4 x 5! le marcábamos, llevábamos la escuadra, plomo y amarre. Los tapiales traían unas horquetas aquí que se sostenían, aquí no pateaba porque se le metían las cuñas, la amarraban con unos lazos, ¡Vamos a llenar eso! y ¡Tan! y eso y otra, lo aplomaban ¡Vuelva y corra el tapial! y vuelva y llene y ¡Hágale! y eso no se movía, dos pisoneando y dos tirando tierra, y no se nos llegó a caer una tapia.Lázaro Vanegas Vanegas, nacido en 1936
A todos los oficiales de por aquí donde los buscaban iban a trabajar. Primero no era como ahora que ahora hay mucho oficial, hay mucho quien construya, hay mucho a quien hacerle casas, primero era muy poquito. En Barro Blanco y La Palma habrían unas cinco casas. En El Placer existía la casa de Emilio Londoño y la de los Cholos que están al frente y ya. Habían como tres casas; unas tapias viejísimas; eso se lo compró mi papá a un señor que se llama Roso, hermano de Eladio Atehortúa el del Pescadero. Tenía apenas una piecesita, se había caído una parte y la cocina, entonces papá la volvió a reformar y volvió y la hizo. Un señor que se llamaba Pedro Londoño, que también tapiaba, también hacía tapias, también de aquí de Barro Blanco, era de más edad, más antiguo, tío del papá mío. Acabarla de hacer y entonces la techaron y ya.Fidelino de Jesús Londoño Guzmán, nacido en 1939
Fidelino Londoño
Julio César Ramírez
Mi papá era un maestro, junto con mi tío. ¡Estoy tapiando una casa en tal parte! ¿Cuándo acaba ahí para que nos vayan a hacer…? ¡Ah sí, listo! ¡Cuando acabemos ahí, vamos para allá! Esto lo hizo mi papá con un cuñado que llamaba Moisés, y entonces él la iba hacer por allá muy abajo, dizque porque el agua le llegaba muy fácil. En ese entonces Pedro Luis que vivía aquí abajito compró por allá por El Rosario un lote. Y se fue para El Rosario. Mi papá dijo: ¡No, pues, yo voy a hacerla allá más arriba! y ya se subió para acá y aquí fue donde empezó hacerla, pero era trasteando la comida desde Santa Rita hasta aquí. Por ahí de 14 o 15 [años], y a mí me tocó ayudar a echarle la tierra a esto. Primero hizo la sala y la cocina. Con el tiempo ya le dio dizque por hacer ese otro lote así atravesado, dizque hacerla de número. Octavio Alzate ya era el otro ayudante.Julio César Ramírez Londoño, nacido en 1935
La tapia me quedo muy buena, todavía no se ha caído. La hice en el 62 y debe durar mucho si Dios quiere. Porque por aquí no entraba carro y entonces ya todo el mundo hacía tapias. Aquí había dos oficiales que hacían eso, que era el señor Rubén Álzate y Crispiniano Ramírez. El señor Rubén Álzate vivía en la vereda La Palma, era un poquito como más pulido cierto, como oficial. Pero el señor Crispiniano era el oficial de aquí de la vereda y el que me hizo esta casa a mí, casi toda, lo que era el frente de allá, todo; me la armó, puso el techo y la emboñigó y todo eso y yo echaba la piedra en petacas, la piedra, las trabas y todo eso. Aquí trabajaron cuatro oficiales. Esta casa primero era entablada, piso de tabla. Esto de aquí ya me lo hizo Rubén Alzate. Esos techos los hacía uno al gusto de uno, porque la madera si la compraba uno cuadrada o redonda, o la buscaba en el monte o en fin, al gusto de uno.Fidelino de Jesús Londoño Guzmán, nacido en 1939
Fidelino Londoño
Tulio Álzate
Mi papá se llamaba Rubén Antonio Alzate Londoño. Esa casa tiene por ahí unos 80 años más o menos. Eran dos tapiando y dos cargando la tierra. Él trabajaba a veces con un cuñado u otras veces con el hijo mayor de él. Y a mí siempre me tocaba era coger la tierra y llevala. Al oficial le daban los 3,50, a nosotros nos pagaban por ahí 1,50 o 2 pesos. Eso era muy demorado, porque es que la tapiada es muy dura, siendo muy guapos pa trabajar no hacían las dos tapias en el día, eso demoraban meses una casa, una tapiería. Cada cual tenía su monte, entonces conseguía la madera en el monte. Pues allí abajo hizo tres, pues en la misma finca, pa’ los hijos, allí otra, cuatro, la de donde Humberto también, cinco, por allá en otra parte si hizo muchas. Él ya a lo último hacía el contrato, él llevaba la comida y la hacía allá. Llevaba una ollita y montaba el desayuno y montaba el almuerzo. Eso les resultaba mucho trabajo ¡uf! Es que como había poquitos oficiales. Pues así como los más viejos, estaba mi papá y el difunto Crispiniano y el difunto Arturo Patiño también, de allí de El Placer.Tulio Benjamín Alzate Atehortúa, nacido en 1946
Principalmente la tapiería, que era uno de los más antiguos. Arturo Patiño. Él murió de 63 años. Que yo me acuerde la finca de él era El Rosario, Barro Blanco – El Rosario. Agricultor también, cultivaba flores, fue silletero. Él fue de los fundadores de los silleteros. Vivía era de la construcción también, más que todo en tapia. Acá mismo en la vereda El Placer hicieron como dos casas, pues él le ayudaba al señor Juan Antonio, pero hace muchos años y ahí fue como donde él le aprendió tanto la tapiería como los techos, que esos techos eran madera redonda. Como ayudante si me imagino que hizo varias, pero ya la que él empezó directamente fue la propia. Cuentan estos que cuando yo nací estaban tirando pisos en la casa. Tendría por ahí 10 años cuando se le hizo la segunda, muy pelaos, pero estudiábamos, pero si le ayudábamos a mi papá, llegábamos de estudiar y que a sacar tierra, a buscarle palos.Antelmo Patiño Londoño, nacido en 1958
Álvaro Antonio Patiño Alzate
Cuando mi papá murió iba a cumplir yo 10 años apenas, él sabía hacer todo, el muro le quedaba muy derecho; él utilizaba mucho era el codal y la vista, él como que empezaba a tapiar allá y venía aquí a la otra esquina y miraba; él no utilizaba metro, ni nivel; el mismo don Crispiniano nos decía ¡Que don Juan Andrés es el mejor tapiador de aquí de Barro Blanco! Yo creo que tal vez cuando trabajó con don Ángel y don Antonio si le pagan, porque él iba dos o tres días, o cuatro a trabajar con ellos y ya lo otro los dedicaba era pa’l recolección de las flores, colectar lo que era la papa y todo eso así. Yo me acuerdo que yo estando muy pequeño íbamos a llevarle el desayuno o el almuerzo, y mi papá eso era todos los días dele, dele parejo, seis de la mañana de seis a seis, tapiando.Álvaro Antonio Patiño Alzate, nacido en 1955
María Ramírez Londoño
Aquí cuando mi padre construyó esta casa con los hijos mayores que eran los que llevaban el tarreo de tierra, pero se alevantaba en una base de piedra en el asiento, después iban haciendo la tapia. Las casas antiguas eso tenían por ahí dos o tres tapias, o cuatro. Eran dos camas allá y otras dos en la sala. Ya esta cocina era totalmente independiente. Le puso todo lo que era necesario, solamente le cambié la puerta porque estaba muy mala, las ventanas si son las originales que él le hizo. El piso, todo era en tabla. Él mismo hacía el fogón de leña, le ponía tubos pa’ salir por encima el humo.María Ramírez Londoño, nacida en 1947
Es que primero uno se conseguía el novio o la novia, casi que porque los padres le decían a uno: ¡Vea, mi´jita, esa persona de tan buena familia, de tal y así sea muy pobre en todo caso es que trabaje! Decían los padres de nosotros ¡Así sea una persona muy pobre, pero que le guste trabajar! ¿Qué se ganan ustedes bien cansados de trabajar aquí, para irse a trabajar a otra parte?Blanca Rosa Gallego Vásquez
Blanca Rosa Gallego Vásquez
Julio y Blanca (audio #16)
Pues yo toda la vida he trabajado, no me he quedado sentado. Yo me acuerdo muy bien, comer uno por ahí a las 8 de la noche y alce ¡Vámonos pa’ Medellín! Con el viaje, porque no había carro. Y mi papá llevaba flores y yo llevaba vitorias, pa’ bajar a pie con ellas. Ya me gustaban las muchachas y me dio por conseguime a ésta de novia, 17, 18 años. Y me dio por hacer la casa. Y me dijo mi papá ¡Hágala que yo le ayudo! Yo sembraba papa, en compañía con un tío mío, con Candelario, y tenía dos bestias, sacaba carga a la carretera, conseguía la plata. A 30 centavos me trabajaba un cuñado de mi papá, ese era un sueldazo. Desde las 7 de la mañana hasta las 5 o 6 de la tarde voliando tierra. Y uno acababa con el hombro maltratado, y dele pa’l hueco, y mientras que armaban el tapial uno picaba la tierra allá. Después de que yo ya hice esta, hizo Jairo el hermano mío también la de él allá, también es de tapia. Hizo Javier Londoño, allá.Julio César Ramírez Londoño, nacido en 1935
Pero tenía que comprar la teja primero. No podía empezar a tapiar sin tener con que taparla, se mojaba la tapia y era trabajo perdido. Me fui pa’ Medellín y compré mil, a 6 centavos. La compré en el Galpón El Rosario por Guayabal. Un sobrino de mi mamá me la subía hasta El Yarumo. Todos los días salíamos por un viaje, por la mañana y por la tarde; con mi papá, con los amigos le ayudaban a uno; nos alzábamos de a cincuenta tejas cada uno a la espalda; porque no había por donde traerla en bestia, era camino. Eso las amarraba una sobre otra hasta que ajustaba las cincuenta y las amarraba con un lazo y le ponía el cargador y alce; eso las trajimos en una semana. Julio César Ramírez Londoño, nacido en 1935
Julio César Ramírez
Álvaro Antonio Patiño Alzate
Yo cuando mi papá tapiaba tendría por ahí 7 años, 7 u 8 años. Ya con el tiempo ya no volvió. Ya con el tiempo empezó a salir quisque el terrón. Ellos hacían casas de tapia, nosotros hacíamos era terrones, como una especie de adobe, eso era por ahí de 25 por 40 cms. Yo me acuerdo que aquí en la casa nosotros estábamos el día entero haciendo terrones 50, 60, hasta 100 terrones llegamos a hacer en el día. Nosotros escogíamos la tierra y cuando no estaba muy seca le echábamos una migajita de agua para que afinara, como tenía que pisar uno con un pisón, eso queda macizo, eso queda muy fino. Eso era un cajoncito y a eso había que ponerle unos sostenes y le iba echando tierra e iba pisando, entonces ya tenía que separar el tapial, con un martillo darle a los dos lados, botaba y el terrón tenía que salir buenecito y ponerlos a secar en el sol y ya con el tiempo los utilizaba.Álvaro Antonio Patiño Alzate, nacido en 1955
Terrones… eso fue después de las tapias. Lo pegaban como pegando adobe, pero antes no lo pegaban con cemento sino con estiércol de caballo pisado, una sola hilera, quedaba más delgadito, más que todo les gustaba como para las divisiones de los cuartos, para que la tapia no quedara tan ancha. El adobe por aquí fue por ahí de cincuenta años para acá. Esta casa fue como una de las primeras que tuvimos en ladrillo. El adobe lo compré a peso, me salía a un peso puesto ahí en La Cruz. Traído desde Guayabal y me lo ponían allí a peso, o sea que lo compraban por ahí a 60 centavos. Es que yo me acuerdo que por aquí no había sino cinco casas en esta vereda [La Palma]. Como la de Raulito yo no me acuerdo si tumbaron la tapia, la de la difunta Aurora si es de tapia, la que había allá de El Pescadero pa’ acacito también la tumbaron, esa también era de tapia. Aquí ya no quedan sino esta y otra que hay allí arriba, hay tres casas de tapia aquí no más.Tulio Benjamín Alzate Atehortúa, nacido en 1946
Tulio Álzate
¿Se acuerda que hubo un temblor como en el 1960? [1962] Que se cayeron muchas casas… estaba temblando y nosotros nos salimos pa’ allá pa’ la manga y la casa era así ¡Vea! (mueve la mano) medio se averió una tapia. Y de ahí, raspamos la boñiga y ya se le tiró cemento. Y decían dizque ¡No, eso no pega! ¿Cómo no va a pegar? Es que el adobe también es tierra. El adobe lleva la ventaja que es quemado, y la tapia no es quemada, la tapia es original, tierra pura. Ya nadie hace tapia, ahora todo es adobe, adobe. Yo de albañilería no sé nada. Benjamín Alzate, pero ese vivía en Mazo, también sabía hacer casas de tapia. Ya se murieron todos. Rubén Benjamín fue el que hizo el Colegio El Sufragio, ahí en Boston, y los hijos también sabían de albañilería.Julio César Ramírez Londoño, nacido en 1935
Julio César Ramírez Londoño
Lázaro Vanegas
Yo esos trabajitos los hice fue por ahí como de ayudante; tenía yo por ahí unos doce años, por ahí hasta que tenía yo veinte años. Eso era una tradición ahí, y eso como que se fue acabando, los oficiales se fueron muriendo, no volvieron a tapiar por ahí. Buscaban a esa cuestión y ¡No, que fulano guardó los tablones! ¡Que ya dejó la herramienta! Ya la gente comenzó a llegar el adobe y ellos a pegar el adobe más rápido, ocupaba menos terreno. Pero ya nos fuimos saliendo, ya había trabajos más distintos y ya eso se fue acabando. Después me fui pa’ Medellín. Allá fue donde aprendí la albañilería, ya aprendí a pegar adobe, ya era oficial y después monté una carpintería y hasta que volvimos por aquí otra vez. Le íbamos poniendo adobe a eso y no quedó sino como un cachito allí de tapia, pero todo lo otro ya lo tumbamos. Entonces decía la gente: ¡Hombre cómo que tumbaron ustedes esa casa hombre, que eso era de tapia, que es tradición! ¡Ah! Yo no vivo ya en ella, no, eso se cayó o lo tumbaron y por ahí todavía están las ruinas. Hoy están las tapias, pedazos de tapia por ahí colgadas.Lázaro Vanegas Vanegas, nacido en 1936
Ya, yo me dediqué a pegar adobe ¡No, qué nos vamos a poner a jugar con tapia, vamos a pegar adobe más bien! trabajo la albañilería, pero así en ladrillo. Nadie le gustaba como hacer una casa de tapia. Y pues el tapial que tenía mi papá era de 0,90 centímetros por 2 metros; en ese, pues, trabajamos en la casa, y el papá de uno muere y ya se desprende uno de eso, eso a la último se quedó por ahí, se fue pudriendo, pero vea, eso es una reliquia en este momento, el que lo tuviera (risas), pero no, uno no le para bolas a eso en ese tiempo. Ya el tapial pues se quedó por ahí, se fue dañando, porque ya la gente decía ¡No pues, es que sale más costoso, hacer una casa de tapia que comprar adobe y pegar adobe, hacer una casa de ladrillos es mucho más fácil y más… la gente no.Antelmo Patiño Londoño, nacido en 1958
Roberto Atehortúa Berrío
Ya casi están tumbadas las tapias. Yo aprendí por mi papá, que había trabajado de ayudante. Me tocó reformar la casa de un tío de mi papá y la casa pues de los abuelos, tenía una pieza deteriorada del todo, eso le colocaban hasta maguey de la misma cabuya, lo cortaban en menguante pa’ que fuera más fino. Por La Honda [vereda] me tocó ir a reformarle a otro muchacho, esa si tocaba era ya con tierra, boñiga y cagajón de caballo. La última que fue la del tío de mi papá, pues que ya murió, echale un poquito de cemento ya quedaba más duro y organizarle los fogones de reverbero que anteriormente se usaban, llevaba una plancha de hierro 10 o 12 milímetros de grueso y cada una llevaba su tapa, entonces se armaba pero con cemento, otros cuando no tenían, armaban eso con adobe macizo o con la misma tierra, en todo caso el fogón quedaba.Roberto Jairo Atehortúa Berrio, nacido en 1968
Es que casas de tapia por aquí son muy poquitas. Está… ésta, la de mi tío Pedro Luis que todavía sigue siendo la original, porque también está en tapia, las mejoras que le han hecho son muy pocas. Está la de… Javier, una parte, está la de… Pedro León otra parte, la de Miguelito Atehortúa que es aquella que se ve allá blanquita, está original, la muchacha la heredó se llama Romelia Atehortúa. (Nohemí) La de aquí enseguida (María) también le han hecho mejoras, pero también es de tapia. La de los Patiño que están pal lado de Medellín, esa sí es de tapia también.María y Nohemí Ramírez Londoño
María y Nohemí Ramírez Londoño (audio #23)

Tradición

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El “maestro tapiador” se valoraba por su tenacidad, imaginación y buen cálculo para montar el tapial y pisar la tierra que los ayudantes proveían. Entre sus colaboradores casi siempre estaba alguno de sus hijos o un pariente cercano, a quienes podrían legar una ocupación útil que exigía una gran capacidad de observación. Y así, con cada nuevo proyecto constructivo él perfeccionaba su quehacer en medio del ambiente de solidaridad que forjaba con sus ayudantes. De este modo, la transmisión del oficio se extendía por fuera del hogar, pues los vecinos acordaron intercambiar apoyos con los oficiales para construir la casa propia en un sistema solidario conocido como “mano cambiada”.

El adiestramiento requería conocer las herramientas, fabricadas o adaptadas según las necesidades; en primera instancia, el tapial o formaleta, los pisones, el pico y la pala; en ocasiones se sumaban otros instrumentos como el metro, la plomada, el codal para garantizar que los muros quedaran rectos. Una cualidad de los tapiadores de Santa Elena era su recursividad y el buen ojo para nivelar. Muy pronto aprendían a buscar la “tierra peña”, explanar el terreno y adecuar el tendido de piedra conocido como “las cepas de la casa”.

Su relación con la huerta y el conocimiento del monte también ayudaron a perfeccionar el oficio. Las fibras de cabuya servían de amarre, las hojas de pencas y la flor del maguey para cubrir los techos. También sabían seleccionar las maderas ideales para las cubiertas y aprovechaban incluso el cagajón o el excremento de las mulas para pulir las superficies. La única excepción eran las tejas de barro, compradas en el Valle de Aburrá, trasladadas en carro hasta El Yarumo y que los silleteros terminaban de transportar hasta las veredas.

Conoce los momentos claves de la Tapia

Antelmo Patiño Londoño (24Tierra y 26Tapial)
“Pues el maestro era darle pisón a la tierra entre el tapial, uno de los ayudantes raspando tierra y el otro cargando y echando al tapial. Tener el punto exacto donde se iba a sacar la tierra, hacer la excavación hasta encontrar la tierra que se iba a utilizar. Por ahí tres capas antes de encontrar la buena pa’ la tapia, porque hay una que es la negra, hay otra que es como amarillosa que le dicen quizque caballuna, después sigue una que es arcillosa, que es barro, no sirve, hay que buscar más abajo del barro que hay una que es la peña. Era una tierra amarilla, es arenosa, no es arcillosa, porque la arcillosa si usted de tanto pisala ella se vuelve como una melcocha y apenas seca se raja.Antelmo Patiño Londoño, nacido en 1958

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Antelmo Patiño Londoño (25 Banqueo piedra)
Tenía que buscar firmeza en todo el terreno, donde se iba a montar la casa, que eso era lo más importante, ya con sus escuadras, con sus hilos a ver cómo era que se iba hacer o qué se iba hacer; una plomada grande, el metro era en madera, diez tablitas de 10 cms. Para uno empezar, se le echan aproximadamente por ahí 30 cms de piedra. Siempre se ponía la piedra era filaita que cogiera parte del tapial. Ya cuando se iba a echar el piso se empedraba a ras de esa cepa que había. Trataba uno de nivelar muy bien la piedra en la parte de encima, con piedrita pequeña todos los huecos a llenalos lo más parejo que se pudiera, pa’ que la tierra quedara apelmazada sobre la piedra.Antelmo Patiño Londoño, nacido en 1958

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Antelmo Patiño Londoño (24Tierra y 26Tapial)
El tapial son dos formaletas de 90 cms de alto por 2 mts de largo. En los dos costados lleva dos tapas compuertas; iban montados sobre tres palos, agujadas; y entre esos tres iban seis parados, sosteniendo las formaletas, agujas; se le metían unas cuñas de madera, para que apretara en la parte de abajo. En la parte de encima se amarra con una manila. Mientras que usted le daba la vuelta a toda la casa, ya esta estaba seca, se podía volver a darle la segunda vuelta, se le hacían las zanjitas donde iba a quedar justo la agujeta, le montaba el tapial. Entre el tapial por ahí cada 30 cms se le meten unos palos para que amarre la tierra. Por ahí a 60 cms otros tres palos; eso se llama las trabas; pa’ que no se dilate una con otra. La última se hacía por ahí hasta la mitad del tapial no más, quedaba como 2,20 o 2,30.Antelmo Patiño Londoño, nacido en 1958

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Tulio Álzate (27 Techos)
El techo, madera redonda, mercaban en el monte y la armaban ahí. Le ponían un palo por toda la mitad de la tapia y la amarraban con las de arriba y con las de abajo. Esa se llamaba sobretapia; la solera era arriba donde va el caballete. Le ponían dos vigas así atravesadas, eso no dejaba abrir la armazón y ya le montaban el techo ahí encima. Ya le ponían las alfardas, los listones que le ponen a eso. Ya buscaban era varitas del monte o la flor del maguey, la flor de la cabuya, cogía uno y cortaba esos magueses y los ponía a secar, los rajaba a la mitad y los ponía a tapar, encima de las alfardas, como para que la teja no se cayera; muchas veces lo llenaban de helecho y después le ponían barro y después la teja encima; las conseguían en Guayabal, las traían en carro hasta el estadero El Silletero y de ahí para acá, a la espalda.Tulio Benjamín Alzate Atehortúa, nacido en 1946

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Álvaro Antonio Patiño Alzate (28)
¡Don Juan Andrés que pa’ que le vaya a emboñigar la casa a fulanito de tal! ¡Ah bueno, tal día voy a empezar! Siempre, siempre mi papá nos decía ¡Vayan allá y me traen tierra, pero me traen tierra blanca, no me vayan a traer tierra revuelta con amarilla! Había veces que tenía que cavar 1,50 hasta casi 2 mts pa’ encontrar la tierra blanca. Primero no era revoque en cemento sino emboñigado, el estiércol de las bestias había que recogerlo limpiecito, había que desmenuzarlo y se revolvía con tierra blanca, se le echaba agua y se iba revolviendo, y tenía uno que montase uno y pisarla hasta que quedara buena. Y mi papá: ¡Háganle a ver, pisen a ver eso que todavía no está! Agarraba un puñado y lo alisaba puliendo pa revocar y decía: ¡Ah ya, ya está lista! ¡Amontónenla! ¡Alísenla, pa’ que no se vaya a secar! Él iba emboñigando e iba sacando de a poquitos ¡Vayan tráiganme una caneca pa’ no bajarme de la escalera! Lo mantenía uno surtido de la boñiga. Álvaro Antonio Patiño Alzate, nacido en 1955

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Álvaro Antonio Patiño Alzate
Él era muy hábil para hacer todo ¡Él tenía una ciencia! Mi papá hacia los hisopos; los hisopos es como digamos como las brochas ahora, pa’ blanquear. Se compraba la cal y ya se blanqueaba. Por aquí hay mucha casa que está así. En los diciembres había venta de cabuya porque todo el mundo ¡Ah! ¿Tenés cabuya? ¡Vendéme un pedacito de cabuya que necesito pa’ hacer unos hisopos! Lo amarraba y agarraba el machete bien amolado y ahí mismo ¡pum! lo partía, y ya le quedaba el manojo listo, el hisopo listo. Y atrás donde lo cogía uno, yo no sé cómo era que lo pulía eso de tal manera, eso quedaba haga de cuenta como el mango de una brocha. Por aquí mucha gente lo buscaba ¡Ah, don Juan Andrés, que mi papá necesita cuatro hisopos, pa’ que haga el favor y se los haga! ¡Ah, bueno, yo se los hago!Álvaro Antonio Patiño Alzate, nacido en 1955

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Galería de fotografías

Hoy se reconoce a la tapia como un conocimiento ancestral. En la zona ya no se construyen edificaciones bajo esta técnica ni hay maestros vivos que la dominen. Algunos aprendices abandonaron el oficio cuando sus padres murieron, otros ayudantes prefirieron aplicar esos conocimientos en las construcciones modernas.

Los entrevistados señalan con asombro la antigüedad de ciertas casas como Santa Rita, que según la tradición oral pueden tener más de doscientos años. Pero son pocas las casas que conservan sus formas y materiales originales. La mayoría ha sido intervenida por reforzamiento estructural o por intereses estéticos de sus propietarios. Sin embargo, en sus emplazamientos se pueden apreciar el tipo de construcciones que empezaban con un “cuadro” de una habitación y se iban extendiendo a lo largo o en forma de L a medida que iba creciendo la familia, este tipo de casas se reconocían como “de número”.

Al final se muestran algunas ruinas o tapias derruidas que fueron significativas en el territorio, como la “Escuela La Trina”, construida en un lote que Eladio Atehortúa donó al Municipio de Medellín y donde varias generaciones de niños y niñas aprendieron a leer y escribir hasta la década de 1980.

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