La memoria de los “silleteros-tierreros” se reconstruye en la espesura del bosque, en el recuerdo de travesías y fugas por caminos escarpados, en medio de las penumbras y las heladas tras la búsqueda de recursos naturales para vender en la ciudad. Del monte extraían leña, tierra negra y de capote, musgo, bejucos, sarros, flores silvestres, plantas aromáticas y medicinales. También en el bosque aprendieron a producir carbón vegetal y se las ingeniaron incluso, para atrapar pájaros.
Aunque este tipo de prácticas son cada vez más reguladas por su negativa incidencia en el medio ambiente, la historia oral de este grupo de campesinos aporta nuevos conocimientos para la construcción de una identidad silletera que se ha sustentado en una serie de avatares asociados a la vida en el campo y la relación de estos pobladores con los centros urbanos.
Estos relatos revelan el gran conocimiento y los procesos de apropiación de un territorio agreste, pero lleno de significados en sus maneras de habitarlo y en sus elementos constitutivos materiales e inmateriales. Es así como bosques, caminos, plantas, árboles y hasta cañadas cobran diversos sentidos cuando se revisa su historia en medio de las tradiciones, los imaginarios y los mitos o leyendas.