Hoy se reconoce a la tapia como un conocimiento ancestral. En la zona ya no se construyen edificaciones bajo esta técnica ni hay maestros vivos que la dominen. Algunos aprendices abandonaron el oficio cuando sus padres murieron, otros ayudantes prefirieron aplicar esos conocimientos en las construcciones modernas.
Los entrevistados señalan con asombro la antigüedad de ciertas casas como Santa Rita, que según la tradición oral pueden tener más de doscientos años. Pero son pocas las casas que conservan sus formas y materiales originales. La mayoría ha sido intervenida por reforzamiento estructural o por intereses estéticos de sus propietarios. Sin embargo, en sus emplazamientos se pueden apreciar el tipo de construcciones que empezaban con un “cuadro” de una habitación y se iban extendiendo a lo largo o en forma de L a medida que iba creciendo la familia, este tipo de casas se reconocían como “de número”.
Al final se muestran algunas ruinas o tapias derruidas que fueron significativas en el territorio, como la “Escuela La Trina”, construida en un lote que Eladio Atehortúa donó al Municipio de Medellín y donde varias generaciones de niños y niñas aprendieron a leer y escribir hasta la década de 1980.