Los oficios más antiguos asociados al mundo de los silleteros de Santa Elena, que los especializó en transportar cargas amarradas con lazos de cabuya sostenidos desde las cabezas por caminos pendientes y escarpados que conducían hacia la ciudad, fueron el de la extracción de la leña del monte y el de la elaboración de carbón vegetal. Con la demanda del mercado en Medellín se amplía la comercialización de otros productos como la tierra de capote, el musgo, las plantas nativas y flores silvestres, algunos derivados de su trabajo diario como arepas, quesitos, hortalizas e incluso, la venta de animales como los pájaros y las gallinas; y con el paso del tiempo también las flores cultivadas.
Estos oficios no fueron exclusivos del territorio de Santa Elena, se les puede ver en la historia del mundo campesino de muchísimas partes; sin embargo, el lazo vinculante más fuerte de este oficio con la identidad silletera se forjó, como en todos los oficios reseñados en Raíces, Cultura Silletera, por los mecanismos ingeniados y adaptados por estos campesinos para transportar los distintos productos hacia Medellín, y que derivaría en la creación del artefacto silleta de flores que luego se incluyó junto con el silletero en las dinámicas festivas, lúdicas y culturales de la ciudad.
Para el amarre de todos los frutos de la tierra indagados hasta ahora, el cargador de cabuya sigue siendo el protagonista central. Queda verificado que este es por excelencia el elemento más importante de los silleteros y que como herramienta de trabajo no les puede faltar; los saberes de su uso se relacionan con el hilado de cabuya para su fabricación y con la manipulación del peso de las cargas desde la cabeza o en ocasiones desde la espalda.