La técnica de la tapia se refiere únicamente a los muros, pero los maestros tapiadores sabían hacer toda la casa. Algunos partían de un dibujo en el que definían las dimensiones básicas de la construcción y otros trabajaban solo a partir de sus ideas.
Era esencial identificar la tierra peña y saberla apisonar para levantar los muros de la casa; sin embargo, la disposición de maderas ampliaba sus ocupaciones en labores de carpintería que les permitían adecuar techos, puertas y ventanas.
Los ayudantes se especializaron en los acabados de los muros de tapia, que cubrían primero con un pañete o emboñigado revuelto con tierra blanca extraída de la vereda Barro Blanco; luego vinieron las refacciones con ladrillos de adobe cocido y cemento, que en muchos predios todavía contrasta con las antiguas tapias.
Las paredes y techos se blanqueaban con cal; usaban hisopos o brochas artesanales que los ingeniosos tapiadores producían a partir de la cabuya en rama que abundaba en algunos periodos del año.