Si algo ha caracterizado a la comunidad silletera es su capacidad de “rebusque” y Maria Dolly Zapata no es la excepción. Empezó a trabajar desde los ocho años, junto a su madre, en la venta de musgo, tierra, sarro picado “pa´ las vacas”, entre otros productos que ofrecía de casa en casa por las calles de Medellín.
Con ese mismo ímpetu, Dolly se las ha ingeniado a lo largo de su vida para sacar adelante todos sus negocios, pues gracias a estos se ha defendido ante muy diversas circunstancias.
Se define a sí misma como una “guerrera”, capaz de adaptarse a diversos trabajos con tal de sobrevivir. Mejor dicho, Dolly sabe hacer de todo: desde la costura y el cultivo de flores hasta la preparación de arepas y la venta de pájaros. Estas han sido algunas de las actividades que ha realizado en diversas épocas; sin embargo, tal vez de lo que más se enorgullece fue de haber encontrado su vocación artística en la elaboración artesanal de la llamada “flor de capacho”.
Esta le significó un merecido reconocimiento en muchas floristerías de Medellín, pues esta flor, pese a no ser válida para la fabricación de silletas, al ser tan duradera, era muy apetecida por los turistas que arribaban cada año a la ciudad. Fue tanta su repercusión que, en sus mejores años, llegó a despachar hasta cien docenas de flores para distintas ciudades del país.
Desde luego, un trabajo de tal magnitud requería de mucho tiempo y de mucha técnica, pero después de ensayar con todo tipo de cintas, anilinas y pegantes, Dolly se volvió una experta en la realización de esta pieza artesanal.
Maria Dolly fue silletera desfilante durante 30 años, pero, a diferencia de otros silleteros y silleteras, para ella, recordar este pasado supone “una tragedia”. ¿Las razones? El esfuerzo físico, el hambre, el agotamiento y algún desacuerdo con la logística del Desfile que la llevaron a vender su contrato. Sin embargo, durante sus años como desfilante, luchó fervientemente por “hacerse respetar” como silletera.
Su carácter es fuerte, su personalidad optimista. Gracias a esto, cuando fue fiscal del Comité de Silleteros de la vereda El Rosario, abogó por mejorar las condiciones de transporte para los silleteros y silleteras en el contexto de la Feria de las Flores.
Dolly es un ejemplo de lucha. Tanto en las batallas cotidianas que la hicieron rebuscarse el pan como al exigir el reconocimiento de su dignidad como silletera. Ella representa una de las tantas voces que se rehúsa a aceptar que su pertenencia a la tradición esté supeditada a un desfile.
Para ella, su orgullo como mujer campesina está por encima de cualquier contrato.