Él siempre espera con paciencia la llegada de los visitantes, los observa subir por la cuesta mientras les advierte que los perros son mansitos, y no duda en usar algún refrán para sugerir de esta forma lo importante que es llegar a tiempo a una cita.
A sus 86 años, su experiencia no solo lo ha hecho conocedor de los secretos del campo, también le ha enseñado a esconder la verdad entre las palabras. Puede recitar las propiedades de la ruda y del romero, de igual manera que repentiza un dicho para explicar los significados del trabajo, el amor o de cualquier sentimiento o situación importantes.