Y aunque el destino quiso que se mantuviera con los pies en la tierra, su capacidad la llevó a volar a lugares que no había imaginado. Los cuatro años que cursó en el colegio le bastaron para aprender lo necesario, lo demás lo suplió con voluntad y carácter.
Consiguió un radio y convirtió la sala de su casa en un aula de clase. Apoyada en la Escuela Radiofónica Nacional (Radio Sutatenza) le enseñó a escribir y a leer a muchos campesinos del sector. Su vocación tuvo eco y fue invitada a capacitarse en Sutatenza, Boyacá, la sede de este programa de alfabetización nacional. Así, esta campesina de Santa Elena se convirtió en el orgullo de su gente, la misma que desde las montañas adivinaban cuál sería el avión en el que viajaba Amparo.
Ella, a quien no le ha bastado soñar porque todo lo ha hecho, es una líder de esas que se entrega a las causas imposibles, a esas en las que el reto es más valioso que la recompensa. Es, sin duda, una de aquellas mujeres que encontraron la libertad mucho antes de que otros les dijeran que podían tenerla.
Por eso fue presidenta de la Acción Comunal de Santa Elena, por eso ayudó a conseguir las moto-bombas para que las mujeres no tuvieran que cargar agua en baldes desde las quebradas, por eso contribuyó a la construcción de la carretera de la vereda, por eso se unió al desfile silletero desde hace 45 años y lo defiende con orgullo, por eso ha edificado un legado y es un referente de la fortaleza de la mujer campesina. Por eso, nadie en Santa Elena puede decir que no conoce a Amparo Parra.